domingo, 13 de junio de 2010

semiotica

 

LENGUAJE Y SEMIÓTICA

 

“  La más desprevenida observación de nuestro comportamiento,

de las condiciones de nuestra vida intelectual y social, de la vida

de relación, de los nexos de producción y de intercambio, nos muestra

que utilizamos a la vez, y a cada instante, varios sistemas de signos :

los del lenguaje, los signos de la escritura, los “signos de cortesía”,

de reconocimiento, los signos reguladores de los movimientos de los

vehículos, los “signos exteriores” que indican condiciones sociales,

los “signos monetarios”, los signos del arte en sus variedades (música,

imágenes, reproducciones plásticas) ; en una palabra, y sin ir más allá

de la verificación empírica, está claro que nuestra vida entera está presa

en redes de signos que nos condicionan, al punto de que no podría

suprimirse una sola sin poner en peligro el equilibrio de la sociedad y

del individuo”.

 

ÉMILE BENVENISTE

 

 

“ Vivimos inmersos en signos.  Los seres humanos tenemos

la capacidad de convertir en signos todo lo que tocamos.

Cualquier objeto, sea natural o cultural, un color, un trozo

de tela, un dibujo, cualquier cosa relacionada con nosotros

puede adquirir un valor añadido, un significado.

A la dimensión ontológica que las cosas tienen, los seres humanos

añadimos una nueva dimensión, la semiótica, esto es, su empleo

como signos para manifestarnos unos a otros lo que pensamos,

lo que queremos, lo que sentimos y lo que advertimos

en nuestra relación con el mundo.”

 

                 FRANCISCO CONESA Y JAIME NUBIOLA

 

El lenguaje verbal humano nos permite convertir la experiencia con el mundo y con la realidad en un sistema complejo de significaciones, en una configuración semiótica.  Recordemos también que a esta facultad de representación mediadora de la realidad, Piaget la denominó la función simbólica.

 

Pues bien, los seres humanos estamos dotados de esa facultad que nos permite crear, adquirir, aprender y usar códigos constituidos por signos.  La comunicación humana está, precisamente, ligada a esa capacidad de interpretar unos sonidos, unos gestos, unas imágenes y unas marcas, como signos de otras realidades acerca de las cuales un interlocutor quiere llamar nuestra atención.

 

También habíamos afirmado que a esa ciencia “que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social”, F. De Saussure la había denominado semiologíaOtros autores  (Peirce, Morris y, más recientemente, U. Eco) han preferido el término semiótica para referirse  al estudio de los signos, de las estructuras y de los procesos significativos.  La semiótica (o la semiología) es más amplia que la lingüística, pues mientras aquélla se dedica al estudio de todo lo que se constituye en signo, de cualquier manifestación comunicativa, del lenguaje en un sentido amplio; la lingüística se dedica específicamente al estudio de los signos lingüísticos, de esos signos que utilizamos todos los días al hablar o al escribir, de esos signos que conforman el sistema de la lengua, el lenguaje en sentido estricto.  Sin embargo, en la práctica, estudiar lingüística implica también de alguna manera estudiar semiótica, y viceversa.

 

LOS SIGNOS

 

Es necesario que intentemos precisar en este momento qué se entiende por signo, ya que el término “signo” se emplea en vocabularios y contextos muy diversos:

 

1.             “Signo es todo cuanto representa otra cosa en algún aspecto para alguien.  Signo es lo que puede interpretarse” (Eco).

    En este  sentido, la vida humana es inconcebible sin signos.  Umberto Eco ha escrito que los fenómenos naturales no dicen nada por sí mismos, que se vive en un mundo de signos porque se vive en sociedad.  Según esto, los fenómenos sígnicos serían característicos de los seres humanos, por vivir en sociedad, y harían parte de los códigos que rigen las relaciones sociales,  los usos sociales.

 

2.             “Un hecho perceptible que nos da información sobre algo distinto de sí  

    mismo” (Avila).

    Convertimos en signo un objeto cuando lo tomamos como representante de otro hecho distinto del objeto mismo.

 

 

3.             “El signo es tal, en la medida en que significa algo (significado) sobre algo

   (referente) de alguien (emisor) y para alguien (destinatario)”  (Niño Rojas).

    En la semiosis o proceso sígnico, no sólo se establece una relación social o comunicativa, sino también una relación simbólica o representativa entre signo y referente, pero de manera indirecta, es decir, a través de un significado.

   

La interrelación de estos tres elementos (signo, referente y sujeto) es la base de una semiótica tridimensional, constituida por tres áreas de trabajo :

1.             La pragmática : considera la relación entre los signos y sus intérpretes o usuarios.

2.             La semántica : se ocupa de las relaciones entre los signos y los objetos denotados por ellos (los referentes).

3.             La sintaxis : estudia exclusivamente las relaciones que establecen los signos entre sí dentro de un sistema de signos.

 

Todo signo es una representación de algo, representar es la operación más propia del signo, es estar en lugar del objeto “como el embajador toma el lugar de su país, lo representa en un país extranjero”.  Pero el signo no es sólo algo que está en lugar de la cosa, sino que su representación nos permite conocer algo más.   Al conocer el signo, inferimos lo que él significa.  Este significado no sólo comprende los aspectos cognitivos sino también las actitudes, los valores, las emociones y todo tipo de connotaciones socio-afectivas y culturales. 

 

El signo crea algo en la mente de quien lo interpreta.  Es por esto que los signos no se definen únicamente porque sustituyan las cosas, sino porque funcionan realmente como instrumentos que hacen posible que pensemos también en lo que no vemos ni tocamos o ni siquiera nos imaginamos.  Pensar es el principal modo de representar, e interpretar un signo es desentrañar su significado.

 

Hemos presentado estas tres definiciones con el propósito de que el concepto de signo resulte suficientemente general, pero también claro.  No obstante, conviene tener en cuenta las siguientes precisiones : en primer lugar, debemos entender el término “representar” preferiblemente en su sentido primario de “hacer presente”, y no sólo en el sentido más restringido de “sustituir o hacer las veces de”.  En segundo lugar, la “cosa” representada o evocada por el signo puede ser tanto un objeto material como una idea, una propiedad de un objeto, un sentimiento, etc.  Y en tercer lugar, el término “alguien” se refiere a cualquier organismo capaz de utilizar signos, aunque en lo sucesivo vamos a ocuparnos específicamente de los seres humanos.

 

En conclusión :  un signo es algún objeto perceptible por los sentidos (no hay que pensar que tal objeto haya de ser necesariamente material), portador de una significación para un receptor o intérprete, que es quien realiza el paso del signo a lo significado, haciendo operativa la conexión entre ambos.

 

 

CLASES DE SIGNOS

Una clasificación general y unitaria de los signos no es viable debido a los múltiples criterios que se pueden utilizar y que se entrecruzan.  Por esta razón, vamos a presentar una clasificación basada en unos criterios parciales :

 

1.             Según el intérprete :

a.   Signos humanos : las palabras, la música, la pintura, las señales de tránsito, etc.

b. Signos no humanos : la danza de las abejas, las feromonas sexuales entre los animales, el rugido de un león, el gruñido de un perro, etc.

 

2.             Según el ámbito en el que se dan:

     a. Signos naturales :

         La capacidad de significar procede de la naturaleza misma del  significante.   Normalmente se  consideran también signos naturales los signos involuntarios y los no intencionales : el humo como efecto del fuego, la fiebre, el olor a sudor, el llanto, la Estrella Polar, una  huella en el suelo, todos los signos no humanos, etc.  Todos estos signos tienen con lo significado (el referente) una relación puramente natural —recordemos que Umberto Eco ha escrito que los fenómenos naturales no dicen nada por sí mismos—.

 

      b. Signos culturales :

          Son producto de la creación cultural del hombre y, por lo tanto, implican una intencionalidad sígnica de parte del emisor y una actividad descodificadora de parte de un destinatario.  Estos signos constituyen códigos.  Los signos culturales también reciben el nombre de signos artificiales o convencionales y, en contraste con los naturales, su relación con lo significado es producto de un acuerdo o de una          convención establecida por las personas o por la comunidad : el olor a loción, el color negro como símbolo del luto en la tradición cristiana, las banderas, las palabras, la escultura, las señales de tránsito, etc.

 

3.             Según su estructura :

     a. Signos verbales :

         Estos signos constituyen un sistema con posibilidades de combinación en dos dimensiones.  La primera dimensión corresponde al medio material de su expresión (fonemas o grafemas) y la segunda corresponde a su significación (morfemas o monemas).  Por lo tanto, son signos verbales no sólo los del lenguaje oral, sino también los del lenguaje escrito.  Todos los signos no humanos son signos no verbales, pero no todos los signos humanos son signos verbales.  En estos signos verbales ubicamos el  signo lingüístico.

 

b. Signos no verbales :

     Son los signos que carecen de las características que hemos atribuido a los signos verbales, es decir, que son signos que no se articulan en dos dimensiones.  Por ejemplo : la música, los movimientos de las manos de los sordomudos, las banderas, la forma de vestir, todos los signos no humanos, etc.

 

 

 

4.             Según su relación con lo significado ( referente ) :

     Siguiendo la clasificación de Peirce, comúnmente aceptada, Umberto Eco distingue desde este punto de vista tres tipos o clases principales de signos :

 

     a.  Íconos :

          Son signos cuya relación con el objeto que designan o evocan se basa en la semejanza figurativa o exterior, o en la igualdad de distribución de sus partes : un cuadro realista, una imagen, una fotografía, un mapa, un diagrama, etc. 

 

b.                      Índices :

     Los índices o signos deícticos apuntan físicamente a su objeto, están afectados inmediatamente por él y guardan cierta conexión físico-espacial con el objeto al cual señalan : indicar con el dedo, y también muchas expresiones lingüísticas : yo, tú, él, acá, allá, éste, ése, aquél, etc.  También son índices algunos signos naturales : el humo, la fiebre, el olor a sudor.

            

      c. Símbolos :

          En estos signos la relación que une al signo con el objeto es el resultado de una convención, pues ni tienen semejanza con su objeto ni tampoco una conexión física inmediata con él.  Esto quiere decir que la relación del signo con lo significado es arbitraria, es de pura representación, basada en una convención social : las banderas, el papel moneda, la balanza como símbolo de la justicia, la paloma como símbolo de la paz, el color blanco como símbolo de la pureza, la mayoría de las palabras, etc.

 

                                                       

 

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      Iconos                      

 

                          No humanos                                     Naturales                            No verbales                        

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 Índices

SIGNOS

                                         

                           

                         

                           Humanos                                Culturales                            Verbales                     Símbolos          

 

 

 

EL SIGNO LINGÜÍSTICO

 

La teoría del signo lingüístico fue desarrollada por Ferdinand De Saussure, quien lo concibió como una “entidad psíquica de dos caras”, compuesta por un concepto o significado y por una imagen acústica o significante.   “El signo lingüístico —escribió Saussure en su Curso de Lingüística General— no une una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica”.

 

Cuando Saussure habla de imagen acústica, no se refiere al sonido material, físico, sino a la imagen psíquica que el hablante-oyente se forma de los sonidos que le sirven de medio para la producción de los signos lingüísticos.  Observemos, entonces, que Saussure excluyó de su definición de signo lingüístico tanto el objeto mismo, la cosa nombrada o significada (el referente) como la efectiva materialidad física del propio signo. 

 

Por lo tanto, para Saussure, el signo lingüístico como entidad psíquica une a un significado (el concepto) con un significante (la imagen acústica), los cuales son tan solidarios el uno del otro, como las dos caras de una moneda o los lados de una hoja de papel.  

     

 

                                                                   Imagen                                          

                                                                   acústica                          significante

                                                            Concepto                          significado

 

 

 

 

PLANO DE LA EXPRESIÓN                       PLANO DEL CONTENIDO

       SUSTANCIA                               FORMA                                  FORMA                                SUSTANCIA

 

 

Sonidos realmente                       Imagen                                      Concepto                                    Realidad empírica

     producidos                                    acústica                                                                                    o cultural

 

 

                                          significante                                 significado

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                                    

                                                                  signo  

 

 

LA ARBITRARIEDAD DEL SIGNO

 

El carácter arbitrario del signo ha sido reconocido desde la antigüedad  — esta tesis viene desde los griegos—.  Pero fue Saussure quien se encargó de desarrollarla en forma más específica.  Saussure consideró que la relación que une al significante con el significado no era motivada sino convencional, en el sentido de que no hay un vínculo interno ni necesario que una al significante con el significado, sino que dicha relación es producto de un acuerdo, de una convención social previa.  Sin embargo, fue el mismo Saussure quien advirtió sobre lo relativo de la arbitrariedad del signo lingüístico.  Sustentó esta relatividad con las onomatopeyas —voces que imitan los sonidos— como un caso de motivación fonética, y con los derivados y las etimologías, como casos de motivación morfológica o semántica.

 

De este carácter arbitrario y convencional del signo lingüístico, se deriva un hecho aparentemente contradictorio que Saussure denominó la inmutabilidad y, a la vez, la mutabilidad del signo.

 

La lengua es una herencia social que un individuo adquiere inconscientemente en su proceso de socialización.  Como convención social tácita, la lengua es inmodificable para el individuo, quien lo máximo que puede hacer es proponer innovaciones lingüísticas que, de ser aceptadas por la comunidad, se constituyen en un cambio : neologismos, extranjerismos y otras expresiones que impulsan la renovación lingüística. 

 

Pero también como producto social, las lenguas están sujetas a cambios producidos por factores históricos, políticos, sociales, culturales, etc.  Un claro ejemplo lo encontramos en el surgimiento de las lenguas romances a partir del latín vulgar.

 

Otros lingüistas posteriores a Saussure, Émile Benveniste entre ellos, no ubicaron la arbitrariedad del signo entre el significante y el significado, sino entre el signo todo y la cosa nombrada (el referente).  Para Benveniste, la relación que une al significante con el significado es natural, no arbitraria.

 

 

EPÍLOGO

 

Saussure se ocupó fundamentalmente del signo lingüístico y lo concibió como una relación diádica, es decir, como una relación que se establece entre dos términos, un significante y un significado.  La semiótica contemporánea prefiere la concepción triádica del signo a la concepción dualista saussureana. 

Al excluir de su definición de signo lingüístico tanto el objeto significado como la efectiva materialidad del signo, Saussure eliminó dos polos de la relación triádica.  En la concepción dualista saussureana, la vinculación del lenguaje con la realidad queda relegada a un segundo plano.

 

Los triángulos ilustran una afirmación que ya habíamos realizado en el numeral tres de las definiciones de signo.  La interrelación de estos tres elementos, signo, referente y sujeto, es la base de una semiótica tridimensional constituida por tres áreas de trabajo : la pragmática, la semántica y la sintaxis

 

 

       PENSAMIENTO                                                                                             Sujeto

                       ( concepto )

                               

 

 

 

 

 

PALABRA                                              COSA                                    Lenguaje                                                         Mundo

  (signo)                                          (objeto)                           

 

 

La semiótica, en cuanto teoría general o ciencia de los signos, ha sufrido también en los últimos años un giro pragmático [1] que ha dado lugar a nuevos enfoques, en los cuales la atención se centra más en lo que los signos hacen que en lo que los signos representan. 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

 

ÁVILA, Raúl.  La lengua y los hablantes.  México : Trillas, 1990.

 

BARTHES, Rolan. Elementos de Semiología, Madrid, Talleres Gráficos Montaña,

           1971.

 

BENVENISTE, Émile.  Problemas de lingüística general II.  México : Siglo Veintiuno,

           1978.

 

CONESA, Francisco y NUBIOLA, Jaime.  Filosofía del lenguaje.  Barcelona : Herder,

           1999.

 

DUBOIS, Jean y otros.  Diccionario de lingüística.  Madrid : Alianza, 1979.

 

ECO, Umberto.  Signo.  Barcelona : Labor, 1976.

 

____________.  Tratado de semiótica general.  Barcelona : Lumen, 1981.

 

____________.  De los espejos y otros ensayos.  Barcelona : Lumen, 1988.

 

GUIRAUD, Pierre.  La semiología.  Buenos Aires : Siglo Veintiuno, 1974.

 

HIERRO S. PESCADOR, José.  Principios de filosofía del lenguaje.  Madrid : Alianza,

           1980.

 

LOMAS, Carlos y OSORO, Andrés (comp.).  El enfoque comunicativo de la 

           enseñanza de la lengua.  Barcelona : Paidós, 1993.

 

NIÑO ROJAS, Víctor Miguel.  Los procesos de la comunicación y del lenguaje. 

            Santafé de Bogotá : Ecoe, 1998.

 

SAUSSURE,  Ferdinand de.  Curso de lingüística General.  Buenos Aires : Losada,

            1945.

 


[1] “El punto de partida de la pragmática es la consideración de el hablar como un hacer.  La lengua en su uso, y ese uso es siempre contextualizado” (Lomas, Osoro y Tusón, 1993, p. 32).


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